Carta apostólica de León XIV sobre los sacerdotes y su identidad

  • 22 de diciembre, 2025
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
En el 60º aniversario de los decretos conciliares sobre el sacerdocio y la formación sacerdotal, el Papa aseguró que la renovación de la Iglesia depende en gran medida del ministerio sacerdotal.

"Fidelidad que genera futuro" se titula la carta apostólica del papa León XIV publicada este 22 de diciembre con motivo del 60º aniversario de los decretos conciliares sobre el sacerdocio y la formación sacerdotal: Optatam Totius y Presbyterorum Ordinis

"La fidelidad que genera futuro es a lo que están llamados también hoy los sacerdotes", inicia el texto del pontífice, y señala que los decretos conciliares brindan la oportunidad de reconsiderar la identidad y la función del ministerio sacerdotal a la luz de lo que el Señor pide a la Iglesia hoy.

Gratitud por el testimonio y la dedicación de los sacerdotes
Al inicio, el Papa expresa su gratitud por el testimonio y la dedicación de los sacerdotes que, en todo el mundo, ofrecen su vida, celebran el sacrificio de Cristo en la Eucaristía, proclaman la Palabra, perdonan los pecados y se dedican generosamente cada día a los hermanos, sirviéndolos en la comunión y la unidad, y ocupándose especialmente de los que más sufren y viven necesitados.

"Sígueme", este es el comienzo
El Santo Padre nos recuerda que al comienzo de cada vocación se encuentra el encuentro con Cristo, su voz: "Sígueme". "No se trata solo de una voz interior -escribe el Papa-, sino de un impulso espiritual que a menudo nos llega a través del ejemplo de otros discípulos del Señor y que se concreta en una valiente elección de vida. La fidelidad a nuestra vocación, especialmente en tiempos de prueba y tentación, se fortalece cuando no olvidamos esta voz, cuando somos capaces de recordar con pasión el sonido de la voz del Señor que nos ama, nos elige y nos llama".

Cuida tu vocación, vuelve al Señor
León XIV nos recuerda además que toda vocación debe custodiarse fielmente en una dinámica de conversión constante, mediante la escucha de la Palabra de Dios, la celebración de los sacramentos, la evangelización, la cercanía a los más pobres y la fraternidad sacerdotal.


"Cada día", escribe el Santo Padre, "el sacerdote regresa como al Mar de Galilea, al lugar donde Jesús le preguntó a Pedro: "¿Me amas?", para renovar su "sí"".

La formación es la imitación de Cristo

El Papa enfatiza que todos los sacerdotes deben ocuparse también de su propia formación. Esta no es un mero esfuerzo intelectual, sino una memoria viva y una actualización constante de la propia vocación, sobre todo imitando a Cristo mismo, conscientes de ser discípulos del Maestro. "Solo esta relación de imitación obediente y discipulado fiel puede mantener las mentes y los corazones en el buen camino, a pesar de las turbulencias que la vida pueda traer", añade el Santo Padre.

Seminario, escuela de sentimientos, amar como Jesús
León XIV también aborda el problema del abuso y el abandono del ministerio sacerdotal. Estos hechos ponen de relieve la urgente necesidad de una formación integral que garantice la madurez humana de los candidatos al sacerdocio, así como un renovado compromiso con la formación, orientada a fortalecer el vínculo con el Señor, involucrando a toda la persona -corazón, inteligencia y libertad- y moldeándola a imagen del Buen Pastor. El pontífice enfatiza que el seminario debe ser una escuela de afecto, donde aprendemos a amar a imitación de Jesús.

Que sean gente feliz y sacerdotes
El Papa también anima a los seminaristas a trabajar interiormente en sus motivaciones, abarcando todos los aspectos de la vida. "Porque no hay nada en ustedes que deba ser rechazado, sino que todo debe ser aceptado y transformado según la lógica de la semilla, para que se conviertan en personas y sacerdotes felices: 'puentes', no obstáculos, hacia el encuentro con Cristo". "Solo los sacerdotes y las personas consagradas humanamente maduras y espiritualmente fuertes, es decir, personas en quienes las dimensiones humana y espiritual están bien integradas y, por lo tanto, capaces de relaciones auténticas con todos, pueden asumir el compromiso del celibato y anunciar con credibilidad el Evangelio del Resucitado", escribe el Santo Padre.

Apoyo en la fraternidad sacerdotal
León XIV destacó la importancia de la fraternidad sacerdotal. Nos recuerda que no es solo una tarea, un ideal o un lema, sino sobre todo un don, una gracia que nace de la propia ordenación, un elemento constitutivo de la identidad sacerdotal. León XIV enfatiza que es particularmente importante en las circunstancias actuales, cuando un sacerdote ya no puede contar con el apoyo de la comunidad y, por lo tanto, es más vulnerable a la soledad, lo que puede llevar a un debilitamiento del celo apostólico y al ensimismamiento. Por lo tanto, el Papa hace un llamado a promover la vida comunitaria y la ayuda mutua entre los sacerdotes.

El don del diaconado
Más adelante en la carta, León XIV escribe sobre la relación entre los sacerdotes y el obispo, los diáconos permanentes y los diáconos laicos. 


Destaca que el diaconado, especialmente cuando se vive en comunidad con la familia, es un don que debe ser reconocido, apreciado y apoyado.

La sinodalidad no elimina las diferencias, sino que las resalta
El Papa dedica especial atención a la cooperación con los laicos. Recuerda que fue el Concilio el que animó a los sacerdotes a descubrir los carismas de los fieles laicos. El proceso sinodal ofrece una nueva oportunidad en este sentido. Sin embargo, León XIV enfatiza que en una Iglesia sinodal, "el ministerio sacerdotal no pierde nada de su importancia y relevancia; al contrario, podrá centrarse más en sus tareas particulares y específicas. El reto de la sinodalidad -que no elimina las diferencias, sino que las resalta- sigue siendo una de las principales oportunidades para los futuros sacerdotes". El Santo Padre añade que "el ministerio sacerdotal debe trascender el modelo de liderazgo exclusivo, que determina la centralización de la vida pastoral y la carga de todas las tareas que le son confiadas exclusivamente, buscando un liderazgo más colegial, en colaboración entre sacerdotes, diáconos y todo el Pueblo de Dios".

Ser "para", como enseñó Juan Pablo II
Al escribir sobre la identidad pastoral de los sacerdotes, el Papa enfatiza que esta se basa en el "ser para" y está inextricablemente ligada a su misión. "Como enseñó san Juan Pablo II: 'Los sacerdotes son en la Iglesia y para la Iglesia la presencia sacramental de Jesucristo, Cabeza y Pastor. Proclaman su palabra con autoridad, repiten sus signos de perdón y el don de la salvación, especialmente en los sacramentos del bautismo, la penitencia y la Eucaristía. Comparten su cuidado amoroso hasta el don total de sí mismos por el rebaño, al que reúnen en uno y conducen al Padre por medio de Cristo en el Espíritu Santo'".

Las tentaciones más importantes: el rendimiento y la retirada
León XIV también destaca dos tentaciones principales que amenazan la fidelidad a la misión sacerdotal hoy. La primera es una mentalidad basada en la eficiencia, según la cual lo que uno hace es más importante que quién es. La segunda tentación es una forma de quietismo: "aterrorizados por el contexto, nos encerramos en nosotros mismos, rechazando el reto de la evangelización y adoptando una actitud perezosa y derrotista".

Asume tu misión con confianza
El Papa enfatiza que, para superar estas tentaciones, el sacerdote debe ser fiel a la misión que se le ha confiado y, a pesar de sus debilidades, asumir con confianza la tarea de evangelización. "La fidelidad a la misión -escribe León XIV- significa aceptar el paradigma que nos transmitió san Juan Pablo II, recordando a todos que la caridad pastoral es el principio unificador de la vida sacerdotal. Es alimentando la llama de la caridad pastoral, es decir, el amor del Buen Pastor, que todo sacerdote puede encontrar el equilibrio en la vida diaria y ser capaz de distinguir entre lo útil y lo propio del ministerio, de acuerdo con las directrices de la Iglesia".

El Señor suscita vocaciones, cuidémoslas
Para concluir, el Santo Padre aborda el tema de las vocaciones. Expresa su esperanza en un nuevo Pentecostés vocacional en la Iglesia, que suscite vocaciones santas, numerosas y duraderas al sacerdocio. Enfatiza la necesidad de comprometerse con la promoción de las vocaciones y orar "al Dueño de la mies". "Debemos tener la valentía", escribe el Papa, "de presentar propuestas fuertes y liberadoras a los jóvenes y de asegurar que en cada Iglesia local se creen ambientes y formas de pastoral juvenil, impregnadas del Evangelio, donde puedan surgir y madurar vocaciones a la entrega total. Convencidos de que el Señor nunca deja de llamar, debemos tener siempre presente la perspectiva vocacional en todos los ámbitos de la pastoral, especialmente en la juvenil y familiar. Recordemos: ¡no hay futuro sin el cuidado de todas las vocaciones!"+