Fieles de todo el país se unen en la clausura del Año Jubilar 2025
- 30 de diciembre, 2025
- San Fernando del Valle de Catamarca (AICA)
Al cerrar las puertas santas, los obispos destacaron la esperanza, la conversión personal y comunitaria, y la Sagrada Familia como modelo de fe y vida cristiana.
Diversas diócesis de la Argentina celebraron la clausura del Año Jubilar 2025, en ceremonias presididas por sus respectivos obispos en catedrales y santuarios, con la participación de fieles, sacerdotes, religiosas y seminaristas.
Las celebraciones incluyeron el cierre de la Puerta Santa, procesiones, proclamación de la Palabra y momentos de reflexión sobre la fe, la esperanza y la conversión, destacando la Sagrada Familia como modelo de vida cristiana y el compromiso de la Iglesia como comunidad misionera y sinodal.
En Catamarca, la celebración fue presidida por el obispo, monseñor Luis Urbanc, junto al vicario general, el rector de la catedral y numerosos sacerdotes, en la basílica y santuario de Nuestra Señora del Valle, con la participación de fieles y religiosas de la diócesis. La ceremonia incluyó la procesión de la Cruz, el paso por la Puerta Santa y la proclamación de la Palabra, en un momento que unió a todas las diócesis del mundo en la conclusión del Año Jubilar iniciado el 29 de diciembre del año anterior. En su homilía, el obispo destacó la invitación jubilar a una conversión personal y comunitaria centrada en el perdón, la esperanza frente a la adversidad, la solidaridad con los más necesitados y la fe como camino de peregrinación hacia Dios.
Monseñor Dante Braida, obispo de La Rioja, agradeció a la comunidad diocesana por su participación y destacó que las gracias recibidas de Dios deben ponerse al servicio de los demás para construir un mundo más justo y solidario. En la misa de clausura del Año Jubilar recordó la Fiesta de la Sagrada Familia como ejemplo de confianza en Dios y peregrinación cotidiana, pidió por todas las familias, especialmente las que atraviesan dificultades. E invitó a los fieles a ser "peregrinos-misioneros", compartiendo lo recibido y acercándose a quienes buscan sentido y esperanza, subrayando el papel de los templos como espacios abiertos y de la Iglesia como familia sinodal que acompaña, sostiene y escucha, promoviendo la participación efectiva de los consejos pastorales y económicos. También animó a seguir caminando juntos con esperanza y alegría, pidiendo la intercesión de María, San José y los beatos mártires riojanos y deseando bendiciones y paz a todas las familias y comunidades de la diócesis.
En su homilía al clausurar el Año Jubilar 2025 y bendecir el nuevo altar del beato Eduardo Pironio, el obispo de Mar del Plata, monseñor Ernesto Giobando SJ, destacó que el jubileo, centrado en la esperanza cristiana, no se cierra como una etapa concluida sino como un llamado a reanimar esa virtud en un mundo marcado por la oscuridad, la violencia y la falta de expectativas. Subrayó el valor de contar con Pironio como beato e intercesor, a quien definió como "profeta de la esperanza", y desde su legado propuso una Iglesia de comunión, participativa y misionera. A la luz del Evangelio de la Sagrada Familia y de la huida a Egipto, recordó el drama de las familias perseguidas y migrantes de ayer y de hoy, e invitó a llevar una esperanza concreta, especialmente a los jóvenes y a las familias, siguiendo el camino exigente del Evangelio y confiando todo a María, para que el jubileo siga dando frutos en la vida cotidiana de la diócesis.

En la fiesta de la Sagrada Familia, el obispo de Nueve de Julio, monseñor Ariel Torrado Mosconi subrayó que, aunque concluye el tiempo del Año Santo, continúa la misión de testimoniar "la esperanza que no defrauda". Destacó el Jubileo como un verdadero tiempo de gracia y salvación, no solo como transcurso cronológico, que dio frutos concretos en la conversión personal, la reconciliación, la vida comunitaria y la asamblea eclesial, así como en la ordenación de nuevos sacerdotes. A la luz del testimonio del beato Pironio, a quien presentó como profeta y signo de esperanza para la diócesis, animó a mantener viva esa llama y a llevarla a los demás, especialmente en medio de las dificultades e incertidumbres del tiempo presente, prolongando en la vida cotidiana el impulso misionero nacido del jubileo.
La diócesis de Concepción cerró el Año Santo Jubilar con una misa presidida por el obispo, monseñor José Díaz. Los párrocos de las 22 parroquias participaron en la concelebración y el cierre de la Puerta Santa, dando gracias a Dios por un año de oración, conversión y comunión con la Iglesia universal. En su homilía, el obispo destacó que este tiempo reafirma la condición de la Iglesia y de cada cristiano como peregrinos guiados por la esperanza que no defrauda, recordando que la gracia de Dios mueve el caminar, renueva la vida y evita la rutina, invitando a transformar lo cotidiano, cuidar a los vulnerables, incluir a quienes han quedado en el camino y vivir con apertura a la historia y a los demás. Señaló que la constatación de la resurrección, como lo vivieron los apóstoles ante el sepulcro vacío, confirma el sentido y la esperanza en la vida personal y comunitaria, y exhortó a evaluar cómo este Año Santo ha impactado cada vida, confiando en el acompañamiento de la Virgen María para sostener la fe, la misión y la esperanza ante los desafíos del mundo.
En el marco del cierre del Jubileo de la Esperanza, celebrado el 28 de diciembre en la ciudad de San Rafael con una peregrinación y la misa en la catedral, el administrador apostólico monseñor Marcelo Mazzitelli presentó una síntesis del camino diocesano recorrido durante el Año Santo. Invitó a agradecer las gracias recibidas y a reconocer que, junto a ellas, también hubo pruebas vividas con la certeza de que el Espíritu guía a la Iglesia. En la solemnidad de la Sagrada Familia, propuso a la familia como lugar donde se cuidan la fe, la vida y los vínculos, aun en medio de tensiones culturales y situaciones de dolor. Señaló que el cierre del Jubileo no pone fin al camino, sino que renueva el compromiso de seguir como Iglesia peregrina, misionera y samaritana, sostenida por la esperanza que no defrauda.
En la clausura del Año Jubilar en la catedral Nuestra Señora de la Merced de Bahía Blanca, en el marco de la fiesta de la Sagrada Familia, se destacó la alegría de celebrar este tiempo de gracia vivido en toda la arquidiócesis, que alcanzó parroquias, hospitales, cárceles y comunidades diversas, recordando que no hay puertas ni distancias que Dios no pueda atravesar. En la homilía, el obispo auxiliar monseñor Pedro Fournau subrayó que el jubileo invitó a transformar los signos dolorosos de la realidad en verdaderos signos de esperanza, como ocurrió frente a la inundación, en la solidaridad, el compromiso de los jóvenes, la acción de las parroquias, la acogida a los más frágiles y la condonación de deudas a través de Cáritas fueron expresiones concretas de una Iglesia madre. A la luz del Evangelio, afirmó que cada familia es portadora de esperanza en medio de una sociedad marcada por el descarte, y que la certeza que sostuvo a la Sagrada Familia -y debe sostener hoy a los cristianos- es que Dios es Emanuel, el Dios que está siempre con nosotros. Finalmente, animó a seguir caminando como peregrinos de esperanza, firmemente anclados en una esperanza que no defrauda y que impulsa a la fe y a la caridad a seguir transformando el mundo.
En Loma Verde, la zona norte de Chascomús cerró oficialmente el Año Jubilar con una celebración marcada por la oración y la acción de gracias, acompañada por el obispo, monseñor Juan Ignacio Liébana, junto al obispo auxiliar José María Baliña, sacerdotes y el diácono de la región. La jornada incluyó la presencia de jóvenes misioneros que llevaron esperanza a la comunidad, una procesión por las calles rezando el Rosario y la celebración de la misa. En su mensaje, el obispo destacó que el espíritu del Jubileo no concluye con su cierre formal, sino que debe prolongarse en la vida cotidiana, especialmente a través de la cercanía y la atención a los más necesitados, encomendando en la oración a los enfermos, a quienes se sienten solos, a las familias y a los jóvenes.

Monseñor Pedro Torres presidió la misa de clausura del Año Jubilar en la catedral San Rafael Arcángel de Rafaela, concelebrada por sacerdotes y con la participación de diáconos, consagrados y numerosos fieles, donde afirmó que Jesús es nuestra esperanza y que esta no defrauda. En su homilía invitó a vivir con sencillez y humildad, especialmente en Navidad, y propuso el ejemplo de san José, quien recibió, cuidó y acompañó a Jesús, como modelo para acogerlo en la vida cotidiana.
Monseñor Carlos Tissera presidió la misa de clausura del Año Santo de la Esperanza en la catedral de Quilmes. En su homilía, reflexionó sobre la Sagrada Familia como peregrinos y recordó a los migrantes y pueblos que sufren injusticias por ambición y poder. Destacó que Dios guía a su pueblo y que la esperanza se encuentra en Cristo, renovando a los bautizados en la fe, la caridad y la justicia. Durante la celebración presentó el Documento de Trabajo Final del Tercer Sínodo Diocesano, recordando el legado y los sueños de su primer obispo, Jorge Novak, y enfatizó la visión de una Iglesia inclusiva, misionera, sinodal y cercana a los pobres, jóvenes, familias y mujeres. Concluyó encomendando la diócesis y el Sínodo 2026 a la Sagrada Familia, invitando a toda la comunidad a caminar unida con esperanza y alegría evangelizadora.
El obispo de Oberá, monseñor Damián Bitar, presenta el cierre del Año Santo como una acción de gracias por un tiempo de gracia que dejó huellas concretas en la vida de la Iglesia. Retoma el llamado a ser "peregrinos en la esperanza" como una forma de vivir comprometida, abierta al encuentro, al diálogo y a la cercanía con quienes sufren. A la luz de la fiesta de la Sagrada Familia, propone la Palabra de Dios como orientación para la vida familiar, centrada en el respeto, el perdón y la paz. El pesebre y la Puerta Santa expresan que Dios recibe a todos y que en Jesús no caminamos solos. Finalmente, invita a acoger al Niño y a su Madre, como San José, para cuidar el don de la fe y vivir con esperanza.
La diócesis de Santo Tomé celebró el 27 de diciembre, en la catedral Inmaculada Concepción de María, el cierre de su Año Santo, con la participación de numerosos fieles, el clero, diáconos y seminaristas. La misa fue presidida por el obispo, monseñor Gustavo Montini, quien destacó en su homilía que el Año Santo fue un tiempo de abundantes bendiciones para el Pueblo de Dios y expresó su esperanza de que los frutos espirituales continúen en el futuro. Durante la celebración, el seminarista Germán Gómez recibió el ministerio del lectorado, un paso importante en su formación y servicio en la Iglesia.
En su mensaje por la clausura del Año Jubilar, el obispo de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña, monseñor Hugo Barbaro dio gracias a Dios por la abundante gracia recibida durante el Año Santo, que fortaleció la vida espiritual personal, la fe y la cercanía con Cristo, y renovó la comunión de la Iglesia en la oración, la fraternidad y la memoria de los difuntos. Animó a que el impulso del jubileo no se apague, sino que siga creciendo y se traduzca en cercanía, escucha y testimonio para que otros conozcan el amor de Dios, e invitó a rezar por la paz del mundo. En la víspera de la solemnidad de la Sagrada Familia, llamó a cuidar y acompañar a las familias con un amor generoso y sin egoísmos, y encomendó el camino del nuevo año a la Virgen María, en quien la diócesis confía para avanzar con seguridad.
En la fiesta de la Sagrada Familia, la diócesis de San Isidro celebró con alegría la clausura del Año Jubilar en una Eucaristía presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva y concelebrada por el obispo local, monseñor Guillermo Caride junto a sacerdotes y diáconos. Se dio gracias por este tiempo de gracia, en el que la catedral fue templo jubilar, y se destacó que, aunque el año jubilar concluya, permanece el llamado a vivir y testimoniar lo celebrado, continuando el camino como Peregrinos de Esperanza, comprometidos y con los pies en la realidad cotidiana.

La catedral de San Francisco fue el marco de la celebración de la Misa de Clausura del Año Jubilar 2025 y de la Admisión a las Sagradas Órdenes del seminarista Pablo Jaluf. La celebración fue presidida por el obispo, monseñor Sergio Buenanueva y concelebrada por el presbítero Román Ballosino, rector del Seminario mayor de Córdoba; el presbítero Sergio Colmenares, formador, y el presbítero Gustavo Zaninetti. En su homilía, el prelado invitó a reconocer en el camino de la Sagrada Familia "nuestro camino eclesial de fe, especialmente el que tenemos por delante en el año 2026 que estamos a punto de iniciar".
El obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, presidió la misa de cierre del Año Jubilar 2025 en Monte Grande, en comunión con la Iglesia mundial, uniendo a jóvenes en misión, familias y distintos miembros de la comunidad. Durante la celebración, que incluyó el cierre simbólico de la Puerta Santa de la capilla Villa Inmaculada en el día de la Sagrada Familia, destacó la importancia de la familia como base de la sociedad y de la comunidad, subrayando la necesidad de transmitir la fe y discernir la propia vocación ante Dios. Además, recordó que, tras este Año Jubilar y el Año Vocacional 2025, la diócesis continuará en 2026 enfocándose en la vida espiritual y en 2027 en la misión evangelizadora, agradeciendo a Dios por la participación de las familias en la vida y misión de la Iglesia.
El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Marcelo Margni, invitó a agradecer el camino recorrido y a vivir la esperanza como fuerza generativa frente a la prepotencia y la violencia, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia y el magisterio del papa Francisco. En este contexto, anunció un Año Jubilar Diocesano por los 25 años de la unión de Avellaneda y Lanús, bajo el lema "Renovando la alianza, caminamos juntos", como tiempo de gracia para fortalecer la comunión, renovar la fe y la misión evangelizadora, y poner la vida de la diócesis bajo la guía del Espíritu Santo. Además, se presentarán un logo y un himno oficiales que acompañarán este camino de unidad, esperanza y misión fraterna.+
