El arzobispo emérito de Praga fue uno de los intelectuales católicos más destacados de la República Checa. Bajo el régimen comunista, ejerció su ministerio desde la clandestinidad y estuvo preso.
El Santo Padre expresó su "cercanía espiritual" a las víctimas del tiroteo masivo en la universidad de la capital checa y confía "a los que fallecieron a la amorosa misericordia de Dios Todopoderoso".