"Así lo entiende él, consciente de su tarea subalterna, como la voz que clama y le da sonoridad a la Palabra", destacó el arzobispo y valoró: "La grandeza de Juan radica en su asombrosa humildad".
"Para llegar a la Navidad, empequeñecernos, arrodillarnos, achicarnos, para encontrarnos con el Niñito Jesús en el portal de Belén", propuso el arzobispo de Buenos Aires en su predicación semanal.
"Un nuevo comienzo institucional nos obliga a pedirle a Dios que ayude a las personas que tienen a su cargo una responsabilidad, para que el país pueda florecer", sugirió el arzobispo de Mendoza.
"En Navidad, Dios nace en fragilidad y se pone del lado de los postergados, de los que no cuentan", recordó el arzobispo de San Juan de Cuyo, y exclamó: "¡Bienvenido, Niño Dios!".