Textos bíblicos: 2 Cor 8, 9ss; Lc 10, 25-37
Autoridades Presentes
Querida Comunidad riojana:
Con renovada esperanza celebramos hoy los 215 años de la Revolución de Mayo, aquella que marcó el inicio de nuestra Nación. Esta Nación que queremos crezca cada día y se desarrolle en paz buscando el bien de cada uno de sus habitantes.
El papa León XIV, a quien recibimos recientemente como pastor de toda la Iglesia, al presentarse y saludarnos nos dijo: “La Paz esté con Ustedes”. Con estas palabras nos animó a comprometernos con la paz del mundo siendo constructores de puentes que unen a quienes están en conflicto.
Como ciudadanos, creyentes y no creyentes, queremos responder a ese llamado desde Argentina y desde La Rioja buscando asumir nuestra responsabilidad en fomentar la paz para nuestro pueblo trabajando por enfrentar los desafíos que alteran esa paz e impiden un desarrollo equitativo de todos, especialmente de los más pobres. Para que haya paz es necesaria una organización social justa que incluya a todos y no deje a nadie al costado del camino. Como nos dijo el papa Francisco: “Cuando la sociedad abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad”[1].
Para que esto sea posible es necesario cultivar la compasión y solidaridad del buen Samaritano.
El evangelio del buen Samaritano que escuchamos nos muestra un camino claro y contundente para fomentar la paz y construir la amistad social[2]. Allí, Jesús nos invita desarrollar la capacidad de compasión y de detenernos ante la necesidad de los demás y entregar lo mejor de uno mismo para ayudarlo. Al llevarlo a la posada nos indica la importancia de que en la ayuda intervengan otras personas o instituciones. En definitiva nos convoca a poner a la persona en el centro de nuestro obrar cotidiano.
El único modo de que se acreciente la fraternidad y la amistad social es asumir esta actitud del buen samaritano, siempre al servicio de los demás en sus carencias y necesidades. Si no asumimos esta actitud nos ponemos en el lugar de los que pasaron de largo: la indiferencia; o la de los que asaltaron al hombre buscando un provecho propio sin importarle su vida.
En su encíclica Fratelli tutti, el papa Francisco dedica un capítulo a aplicar esta propuesta al mundo de la política. Es el capítulo quinto que se titula “La Mejor Política”. Nos dice allí: “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común. En cambio, desgraciadamente, la política hoy con frecuencia suele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto. El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tenga lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas”[3].
Vivimos una realidad donde hay una tendencia fuerte al individualismo o buscar solamente el bienestar propio o del sector al que pertenecemos, lo que genera diferencias y posibilita la inequidad social. Por eso, siguiendo las enseñanzas de Francisco es necesario animarnos a buscar una mejor política donde se apueste decididamente al servicio del bien común que procure el desarrollo de toda la sociedad. Que no busque únicamente garantizarse los votos sino que fomente la cultura del encuentro animándose a escuchar el punto de vista del otro facilitando, a su vez, que todos puedan expresarse. Que promueva una economía integrada en un proyecto social, cultural y popular que favorezca la diversidad productiva y la creatividad comunitaria y empresarial. Que tenga una visión amplia para llevar adelante un cambio integral que procure fomentar más fuentes de trabajo y cuide la vida en todas sus etapas.
Pidamos a Dios en este día, que en nuestra querida Patria, trabajemos por una sociedad que permita el crecimiento de todos: que haya salarios dignos; que los jubilados reciben haberes que le garanticen una vida digna; que cuidemos a la infancia, adolescencia y juventud dándoles oportunidades de educación y crecimiento adecuado. Que cuidemos el ambiente evitando todo tipo de contaminación o destrucción que comprometa nuestro presente y el de las futuras generaciones.
Gracias, Señor, por la Patria que nos diste y ayúdanos a buscar siempre en ella la PAZ y tengamos la búsqueda del BIEN COMÚN como horizonte permanente. Así sea.
Mons. Dante Braida, obispo de La Rioja
Notas:
[1] Papa Francisco. Evangelii Gaudium, 53.
[2] Cf. papa Francisco. Fratelli tutti, capítulo 2
[3] FT 154-155.