El Papa encomendó a la Virgen Inmaculada que vele por esta humanidad
- 9 de diciembre, 2025
- Ciudad del Vaticano (AICA)
Continuando una tradición de décadas Papa León rezó al pie de la columna de 12 metros sobre la cual se coloca la figura de la Virgen María en la Plaza España de Roma.
El papa León XIV se dirigió este 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, desde el Vaticano a la plaza España, para continuar con una tradición iniciada por el papa Pío XII. El Santo Padre rezó ante María y depositó una corona de flores.
Previamente, durante el rezo de Ángelus desde la ventana del Palacio apostólico invitó a los fieles a imitar el 'sí' de María para acoger a Cristo en sus vidas.
Al dirigirse a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro, el pontífice recordó: "El 'sí' de la Madre del Señor es bello, pero también puede serlo el nuestro, renovado cada día con fidelidad, con gratitud, humildad y perseverancia, en la oración y en los gestos concretos de amor, desde los gestos más extraordinarios hasta los esfuerzos y servicios más cotidianos y ordinarios", subrayó el Papa.
"De este modo, Cristo podrá ser conocido, acogido y amado en todas partes, y la salvación podrá llegar a todos".
La libertad para aceptar lo que Dios nos da
El Santo Padre destacó cómo el Señor concedió a la Virgen María "la gracia extraordinaria de un corazón completamente puro" ante la llegada de Cristo. Cuando el ángel Gabriel la saludó diciendo: "Dios te salve, llena de gracia: el Señor está contigo", ella descubrió y acogió su misión "con el asombro propio de los humildes", continuó el Papa.

"Con fe ella respondió con su 'sí': 'He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra'", explicó el Papa y destacó cómo esta gracia pudo fructificar en María "porque ella, en su libertad, la acogió, abrazando el plan de Dios". "El Señor siempre actúa así: nos da grandes dones, pero nos deja libres para aceptarlos o no", insistió.
El Obispo de Roma explicó que, así como María, "por medio de una gracia especial", pudo acoger a Cristo en sí misma y luego llevarlo a los demás, también el sacramento del Bautismo permite a Jesús "vivir en nosotros y nos permite vivir unidos a Él, para cooperar en la Iglesia, cada uno según su condición, a la transformación del mundo".
Homenaje en la Plaza España
Por la tarde del domingo 8 de diciembre, León XIV se dirigió a la plaza España para continuar con una tradición de décadas.
Cien años después de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, el papa Pío XII inició la tradición de enviar flores a la estatua de la Santísima Virgen María en la Plaza España. Unos años más tarde, en 1958, el papa san Juan XXIII acudió a ese lugar y depositó una cesta de rosas blancas a los pies de la estatua.

León XIV rezó ante María acompañado por el coro y la asamblea, que entonaron un himno mariano titulado 'Te levantas más hermosa que el alba'. El vicario de Roma, cardenal Baldassare Reina, y el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, dieron la bienvenida al pontífice en su llegada.
Tras una oración inicial, el Santo Padre ofreció un ramo de flores al pie de la columna de 12 metros de altura de la Virgen Inmaculada, y el coro rezó cantando la Letanía de la Santísima Virgen María.
La oración dedicada a la Virgen:
"¡Ave, María! Alégrate, llena de gracia, de esa gracia que, como luz gentil, hace radiantes a aquellos sobre quienes se refleja la presencia de Dios. El Misterio te envolvió desde el principio, desde el seno de tu madre comenzó a hacer grandes cosas en ti, que pronto requirieron tu consentimiento, ese "Sí" que inspiró muchos otros "síes".
Inmaculada, Madre del pueblo fiel, tu transparencia ilumina Roma con luz eterna, tu camino perfuma sus calles más que las flores que hoy te ofrecemos. Muchos peregrinos de todo el mundo, oh Inmaculada, han recorrido las calles de esta ciudad a lo largo de la historia y en este año jubilar. Una humanidad probada, a veces aplastada, humilde como la tierra de la que Dios la moldeó y en la que no cesa de soplar su Espíritu de vida.
Mira, oh María, a tantos hijos e hijas en los que no se ha apagado la esperanza: haz brotar en ellos lo que tu Hijo ha sembrado, Él, Palabra viva que en cada uno pide crecer aún más, tomar carne, rostro y voz. Que florezca la esperanza jubilosa en Roma y en cada rincón de la tierra, esperanza en el mundo nuevo que Dios prepara y del que tú, oh Virgen, eres como la joya y la aurora.
Después de las puertas santas, que se abran ahora otras puertas de casas y oasis de paz en los que renazca la dignidad, se eduque en la no violencia, se aprenda el arte de la reconciliación.
Venga el reino de Dios, novedad que tanto esperaste y a la que te abriste por completo, desde niña, desde joven y como madre de la Iglesia naciente. Inspira nuevas intuiciones a la Iglesia que camina en Roma y a las Iglesias particulares que en cada contexto recogen las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestros contemporáneos, sobre todo de los pobres, y de todos los que sufren.
Que el bautismo siga generando hombres y mujeres santos e inmaculados, llamados a convertirse en miembros vivos del Cuerpo de Cristo, un Cuerpo que actúa, consuela, reconcilia y transforma la ciudad terrenal en la que se prepara la Ciudad de Dios.
Intercede por nosotros, que nos enfrentamos a cambios que parecen encontrarnos desprevenidos e impotentes. Inspíranos sueños, visiones y valor, tú que sabes mejor que nadie que nada es imposible para Dios, y que Dios no hace nada solo.
Muéstranos el camino, con la prisa que un día movió tus pasos hacia tu prima Isabel y la inquietud con la que te convertiste en exiliada y peregrina, para ser bendecida, sí, pero entre todas las mujeres, primera discípula de tu Hijo, madre del Dios con nosotros.
Ayúdanos a ser siempre Iglesia con y entre la gente, levadura en la masa de una humanidad que clama justicia y esperanza.
Inmaculada, mujer de infinita belleza, cuida de esta ciudad, de esta humanidad. Muéstrale a Jesús, llévala a Jesús, preséntala a Jesús. Madre, Reina de la paz, ruega por nosotros."+
