El Papa León pide una paz sin armas ante la amenaza de guerra
- 18 de diciembre, 2025
- Ciudad del Vaticano (AICA)
En su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2026, León XIV aborda la escalada de la guerra, el rearme y el miedo en las relaciones internacionales.
El papa León XIV hizo hoy un llamamiento a los líderes mundiales para que vuelvan a la "vía del desarme de la diplomacia", pidiendo el fortalecimiento de las instituciones supranacionales en lugar de su deslegitimación.
"Es la vía desarmada de la diplomacia, de la mediación y del derecho internacional, lamentablemente frustrada por violaciones cada vez más frecuentes de acuerdos alcanzados con gran esfuerzo", lamenta León XIV, en su Mensaje para la 59ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el primer día de 2026, publicado hoy por el Vaticano.
El Santo Padre reflexiona sobre un mundo marcado por el miedo, la militarización y la amenaza de guerra. En su primer Mensaje para esta celebración, aborda la gravedad del momento y propone una visión de paz "desarmada y desarmante", que resista la violencia no mediante la fuerza, sino mediante la claridad moral, el diálogo y la conversión de los corazones.
"¡La paz esté con ustedes!", el saludo de Cristo Resucitado, ocupa el centro del Mensaje. El Papa escribe que estas palabras "no solo desean la paz, sino que realmente producen una transformación duradera en quienes la reciben", afirmando que la paz cristiana es activa y disruptiva en su rechazo a la violencia.
El miedo como moneda de guerra
El miedo es un tema recurrente en la reflexión del Papa. Advierte que cuando las sociedades pierden de vista la paz como una realidad vivida, aceptan narrativas en las que la guerra parece inevitable, incluso necesaria.
"La idea del poder disuasorio del poder militar, especialmente la disuasión nuclear", observa el Papa, "se basa en la irracionalidad de las relaciones entre las naciones, construidas no sobre el derecho, la justicia y la confianza, sino sobre el miedo y la dominación por la fuerza". Señala que este enfoque no aporta seguridad, sino que afianza la inestabilidad y perpetúa la ansiedad.
Citando a San Juan XXIII, el Papa León recuerda cómo los pueblos de hoy viven "en un miedo constante", conscientes de que ya existen armas capaces de una destrucción catastrófica y de que la guerra podría estallar "por alguna circunstancia fortuita e imprevista".
Cita cifras concretas, señalando que el gasto militar mundial aumentó un 9,4 % solo en 2024, alcanzando los 2,7 billones de dólares, recursos destinados a instrumentos de muerte en lugar de al desarrollo humano.
Cuando la guerra se vuelve "normal"
El Mensaje destaca un cambio de actitud política y cultural, donde la preparación para la guerra se considera prudente y el desarme, ingenuo.
León XIV escribe: "Cuando la paz no es una realidad vivida, cultivada y protegida, la agresión se extiende a la vida doméstica y pública". Advierte que esta normalización de la confrontación domina la política global, socavando la diplomacia y el derecho internacional.
"Cuando la paz no es una realidad vivida, cultivada y protegida, entonces la agresión se extiende a la vida doméstica y pública".
El Papa también aborda el papel de las tecnologías emergentes, incluida la inteligencia artificial, en la toma de decisiones militares. Lo califica de "traición destructiva a los principios jurídicos y filosóficos del humanismo", ya que las máquinas asumen cada vez más la responsabilidad de decisiones cruciales, mientras que los intereses económicos impulsan el rearme.
El camino desarmado del Evangelio
El Papa reitera que el Evangelio vincula la paz con la no violencia. "La paz de Jesús resucitado es inerme", escribe. "La suya fue una lucha inerme en medio de circunstancias históricas, políticas y sociales concretas".
Recuerda el desafío que afrontaron incluso los discípulos: "Vuelve a meter tu espada en la vaina". Los cristianos, señala, están llamados a reconocer su complicidad pasada en la violencia y a comprometerse con el testimonio profético.
En un mundo que equipara fuerza con dominio, la bondad misma se vuelve "desarmante". El papa León XIV reflexiona: "Quizás por eso Dios se hizo niño", señalando la indefensión de Belén como una revelación del poder divino.
"La paz de Jesús resucitado es desarmada, la suya fue una lucha desarmada en medio de circunstancias históricas, políticas y sociales concretas."
Desarme integral: empezando desde dentro
Inspirándose nuevamente en San Juan XXIII, el Papa subraya que el desarme debe extenderse más allá del ámbito de las armas. "Si este proceso de desarme no es profundo y completo, y no llega al alma de las personas, es imposible detener la carrera armamentística".
Insiste en que el miedo debe abordarse de raíz mediante la renovación de mentes y corazones, sustituyendo la sospecha por la confianza. La verdadera paz, escribe, "no puede consistir en la posesión de un suministro igualitario de armamentos, sino solo en la confianza mutua".
Las religiones, añade, tienen la responsabilidad de evitar utilizar la fe para justificar la violencia o la guerra y, en cambio, ser "casas de paz", donde la hostilidad se aborde a través del diálogo, la justicia y el perdón.
"La verdadera paz no puede consistir en la posesión de un suministro igual de armamentos, sino sólo en la confianza mutua".
Un imperativo político y moral
El Mensaje también se dirige a la autoridad pública. El papa León XIV llama a un renovado compromiso con la diplomacia, la mediación y el derecho internacional, lamentando la erosión de los tratados y el debilitamiento de las instituciones supranacionales.
Destaca que la paz no es una utopía, sino una elección personal, comunitaria y política. Citando al papa Francisco, advierte contra las narrativas que presentan la violencia como inevitable, señalando que dichas narrativas son herramientas de dominación.
Caminando en la luz
El Mensaje concluye con una visión arraigada en la esperanza, que recuerda la promesa bíblica de espadas convertidas en arados. En el Jubileo de la Esperanza, el Papa León XIV invita a la humanidad a iniciar un "desarme de corazón, mente y vida", confiando en que las promesas de Dios exigen responsabilidad.
"La paz, escribe, existe; quiere habitar en nosotros". La tarea no es crearla, sino acogerla y permitir que "nos desarme".+
